EDUCADOR SOCIAL HOSPITALARIO

La finalidad de la atención en hospitalización infantil, no es otra que la de educar para la vida, papel que corresponde al educador y que indudablemente desborda la específica labor del personal sanitario. La actividad pedagógica como complemento de la acción médica en los hospitales ha tomado carta de naturaleza desde hace años en muy diversos países europeos y norteamericanos. Se conoce que en décadas pasadas los servicios de pediatría de muchos hospitales estaban cerrados incluso a los padres y en este ambiente tan rígido no había lugar para la educación de los niños.

Fue a partir de la Segunda Guerra Mundial, y debido principalmente a la labor de pediatras y psicólogos, que estos servicios de pediatría comenzaron a abrir sus puertas. La razón fundamental estuvo en las frecuentes y severas alteraciones psicológicas que sufrían los niños ingresados durante largos períodos de tiempo en los hospitales, alejados de su entorno habitual. Los primeros educadores que entraron en los servicios de pediatría contribuyeron, de forma considerable, a la prevención del «hospitalismo».

La labor del educador social hospitalario debería comenzar desde el mismo momento en que el niño ingresa en el hospital, independientemente de la enfermedad que padezca o de la duración de su estancia hospitalaria. Coincidiendo con la finalidad de la educación, los educadores sociales trabajarán a partir del desarrollo integral de la persona. Estas características habrá que tenerlas en cuenta, obviamente, para tomarlas como punto de partida y referencia para la elaboración de programas de intervención específicos para cada niño. Pero nunca serán factores excluyentes para dejar de atender pedagógicamente a un niño.

Tampoco debe dejarse de lado a la familia de los pacientes. La hospitalización infantil conlleva una serie de repercusiones negativas sobre la familia que,  además, se agravan si se acompaña de un diagnóstico de enfermedad crónica:

– El impacto psicológico (ansiedad, estrés,…).

– El impacto físico (alteración del sueño, de las relaciones sexuales,…).

– El impacto ocupacional (bajas laborales, importantes gastos económicos,…).

– El impacto social (sentimiento de que la gente les evita, ruptura de las relaciones sociales,…).

            La hospitalización puede tener también un impacto significativo sobre el resto de los hermanos. El niño enfermo llega fácilmente a convertirse en el centro de la familia y de esta forma los hermanos suelen sentirse a menudo rechazados o sobrecargados de responsabilidades. Algunos llegan, incluso, a sentirse culpables y con cierta responsabilidad sobre la condición en la que se encuentra su hermano o hermana.

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Vivimos en un mundo lleno de contradicciones y desacuerdos. Pienso que es bueno que haya puntos de vista distintos y hasta divergentes, y que, aún en la diversidad, cada persona ponga empeño en entender al otro y en lograr la mayor armonía posible. Al escucharnos los unos a los otros, abrimos la posibilidad al mutuo conocimiento y a la comprensión.

La sociedad necesita profesionales que eduquen en valores, teniendo como base los Derechos Humanos, el respeto ciudadano y el reconocimiento mutuo. Por este medio intentaré mantenerle al tanto de mis actividades, mis proyectos, y mis ideas. Espero sea esta una forma de acercarme a usted.

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